domingo, 17 de abril de 2011

Ahi estás, arrodillada; sin arma y sin defensa.
Tan despojada pero al fin, entera.
Cómo te imaginé en la madrugada, en el tormento.

Libre del primer dolor que regresa impercetible.
Inmune a su oleaje.
Porque así te soñé.
Caminando sobre narcisos.

Sabida de guardar latidos ajenos, siempre en su espera.
Buscando el rostro que no conoció y amándolo hasta su regreso.
Cuando sólo ella lo pueda crear.

Perpleja de fe, concebida en otros párrafos.
Preparando al mundo para su llegada.
Esperando su aparición.

Temerosa de su venida.
Llena de murallas.
Porque así te inventé.

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