martes, 1 de noviembre de 2011

Más palabras, menos sangre.

Ya son parte de la cultura diaria de Cuernavaca las fotos de personas muertas, se encuentran en cada semáforo y en los puestos de revistas. Los medios con este tipo de imágenes se han convertido en los de mayor circulación en la entidad. Los casos que se encuentran en sus primeras planas ocurren en cualquier lugar de la ciudad. ¿Realmente es una necesidad?
            Tal parece que las fotografías de individuos que presentan cadáveres en un estado que no todos tienen la capacidad de procesar están de moda. Las manifestaciones en contra ya se hicieron escuchar en las redes sociales, pero el número de los que consumen este tipo de imágenes es mayor y prefieren invertir su dinero a una organización cuyos motivos están más allá que esas simples reproducciones.
            En un país como México donde se lee medio libro al año parece que los ojos de sus ciudadanos busca la presencia en el evento en lugar de la información. Al igual que una regresión a la infancia, prefiere un cuento lleno de retratos y menos palabras.
            No se esperaba menos de una guerra (no importa contra quién). La pérdida de impacto a las fotos de seres sin vida, heridos y hasta mutilados era un escenario que se pudo haber pronosticado hace mucho. Se perdió el razonamiento que sólo el ser humano puede tener: el ponerse en los zapatos del otro.
            El volverse inconmovible a la situación de alguien que pudo haber sido el de cualquiera, parece el apocalipsis. El respeto a la vida humana se fundamenta en la preservación de la memoria; la que todos se merecen.
            Estos medios no deberían estar al alcance de cualquiera y mucho menos tratarse de manera sensacionalista. Las fotografías deben tratarse con discreción, acompañadas de un lenguaje enfocado en el contexto y no en el cuerpo. Ya que aunque de maneras distintas, todos van hacía la misma dirección.
            En estos casos es importantísimo instaurar el hábito de las palabras. No sólo a manera de historias si no cómo imágenes. Que el leer sea un incentivo a la imaginación y aprovechar las posibilidades que ésta nos proporciona, con los límites que el respeto nos permita. Se debe despertar la mejor parte del ser humano, que se encuentra en el crear o sentirse vivos y no el acto de presenciar la desgracia ajena.

1 comentario:

  1. Me gusta, sí le queda como editorial. Nada más ojo con la revisión de palabras. Repitió la frase "se ha repetido" dos veces en la entrada. Quite eso. Pero bien, me sorprende su facilidad para el género.

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